Día de Playa

10 de Agosto de 2013

Unos osados muchachos se acercan a la segunda rotonda de Treto (viniendo de Bilbao). El día parece abrirse pero nunca se sabe. Al llegar, el tráfico denso, no de la rotonda, sino del punto de encuentro, augura una venidera afluencia de más osados e intrepidos que los meritorios muchachos del no grupo de teatro que le gusta hacer teatro.

La llegada a Noja, tal y como se presagiaba, resulta ciertamente caótica. Del polvo no se contaba nada a priori. Fue todo después.

En la playa, todo fue Zabaltzen, como no podía ser de otra manera. Un padre loco, en todos los sentidos, no pudo encontrar hueco para jugar al frisbi. Todo lo suyo era para su mujercita. Las otras, las maduras, entre andar y tumbing tenían bastante. Las ragazzas y el ragazzo jugaban a su aire, libres e independientes. Mientras, el Llanero Solitario cruzaba la playa; a veces dando una patada al balón, otras yendo a jugar con quienes ya jugaban, otras cultivando su cuerpo al sol. Calmado y feliz.

Luego, la paella. Impresionante momento. No hablaba ni los que lo suelen hacer compulsivamente. Gozo, gula, desenfreno sin fin. Hasta el agua estaba buena.

La vespertina nos alcanzó y el paseo de vuelta por la playa resulta impagable, como la ría, o mejor dicho, el amazonas que tuvimos que cruzar cual aventurero del último superviviente si queriamos llegar al punto de retorno.

Más juegos. Esta vez no hubo paseo. La pasta se nos había hecho gorda en los intestinos y apenas podiamos protagonizar ningúna acción motriz. Pero la paz y la dicha, excepto por el pequeño momento de "arena en los ojos" era total y plena.

El llanero encontró a su vaquero. Bueno, vaquera. Una pequeña amiga que tras 'Aito' exbozaba la mejor de las sonrisas.

Luego, tras el atardecer, llegó la cena plácida y el regreso, sabiendo que ya queda menos para la siguiente.

Fue un día plenamente Zablatzen. Plenamente Oihala.